hombre que dejó una huella eterna en los intrincados caminos de la cultura, camino que supo transitar con altura, con franqueza y por sobre todo con honradez.
No me catalogo amigo de él, porque sería demasiado pretencioso de mi parte.
Pero qué decir de un hombre tan grande como su obra. Escritor, historiador y tantas otras cosas más, que solo un hombre de su integridad pudo llevar adelante.
Tan integro fue, que llevo con una dignidad extrema los sinsabores que la vida le supo poner adelante. Aún así tubo la capacidad de construir una familia, basada en el esfuerzo y el tesón.
Cuando le toco partir a los pagos del Tandil, nada le quedo chico, militante peronista por convicción, supo recalar en la casa peronista, donde trabajó arduamente por sus ideales, tanto trabajo que fundó un periódico peronista de gran tirada.
Su casa, más que una casa fue la embajada de Santa cruz, ya que supo cobijar a cuanto estudiante de la Provincia andaba abatido por la distancia y la soledad, en ella atesoraba todos los elementos de nuestra querida Provincia, desde piedras volcánicas, hasta un gran poster del glaciar Moreno.
También fue el responsable indiscutido de la edición del libro del centenario de Río Gallegos, donde su trabajo fue impecable e irreprochable, fue una edición de lujo para aquella época.
Hombre comprometido con el espíritu Nacional y popular, que supo compartir amistades con las más grandes plumas de nuestra provincia compartiendo más de un café con ellos. No dejó discípulos, sus discípulos fueron sus libros y sus trabajos. Fue un gran hombre, y aún así, su humildad fue un ejemplo de virtudes, donde desde su pequeño escritorio de la casa de Antonio Rivero, escribió no pocos trabajos literarios e históricos.
En fin todo un hombre cargado de historia y de mística.
Juan bautista BAILLINOU, que el ejemplo de tu vida cunda, y sirva como una clase magistral a las nuevas generaciones.
MARIO ALBORNOZ
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